UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




sábado, 30 de mayo de 2009

Bar Poble Nou

La úncia calle del pueblo






Por Steve:


L'horta de València. Allá donde la horchata todavía la hacen de forma casera y las alcachofas se siguen llamando carxofes.

El otro día salimos Tim y yo con el único propósito de pasear con la bici hasta donde nos lleve el viento y el viento esa tarde soplaba hacia la huerta de Godella, de modo que nos perdimos entre campos de naranjos. Y digo perdidos literalmente, éramos incapaces de encontrar un camino que no terminara en una acequia, cosa que tampoco nos preocupaba, veíamos la ciudad de Valencia no demasiado lejos pero ni podíamos ni queríamos alcanzarla. Hasta que el ver tantos campos de cebada (o lo que nos gusta pensar que es cebada) nos dió sed, y entonces Dios acudió en nuestra ayuda, como es habitual. Esta vez no nos puso un bar delante, sino todo un pueblo que apareció de la nada detrás de unos naranjos y no se esmeró demasiado en buscarle un nombre, Poble Nou (Pueblo Nuevo) decía el cartel de entrada.
El pueblo sólo tenía una calle y en esa única calle estaba el único bar, el bar Poble Nou, nombre original donde los haya. Cuando te encuentras un bar entre huertos esperas algo más tradicional que cervezas Budweiser y una caja registradora con pantalla táctil, pero teniendo en cuenta que Dios había creado el bar 10 minutos antes, lo dejaremos pasar. No tuvimos ocasión de entablar conversación con el dueño como tanto nos gusta hacer porque estaba inmerso en una partida de billar en una habitación aparte con sus amigos campesinos. Esto del billar en una sala aparte es un detalle que me encanta en los bares, aunque no sabemos si era en plan privado o para clientes, ya lo averiguaremos si se nos vuelve a aparecer ese curioso pueblo.

- Perdone, caballero ¿nos deja pagar?

- Claro! Son 4€

(Ostí tu! 2€ la cervessa!)

Pagué las cervezas con una mirada desafiante al camarero, nos terminamos las Budweiser, cogimos nuestras bicis y nos volvimos por donde habíamos venido, sin volver la mirada atrás. Posiblemente el pueblo desapareciese a nuestra espalda.

Y esta es la primera de unas cuantas entradas que tengo pendientes, a ver si reactivamos esto que hemos estado demasiado tiempo ausentes.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Bar Rullo

Calle San Vicente 150-160





Por Tim:



Resulta que veníamos de una imprenta donde Steve tenía encargado un regalo para su madre (era el día de la madre, yo no le regalo nunca nada a la mía...) y el regalo era un cojín con su cara y la de su hermana. Había un tío en la cola que se comportaba de un modo muy violento y pensamos en quedarnos por si la chica impresora tenía problemas, pero no lo hicimos por vergüenza, una vez que nos diese el cojin, ¿con qué cara nos quedábamos alli? Lo metimos en mi mochila y me dieron ganas de tumbarme de espaldas y dormirme, pero no hice eso, no.
Nos fuimos a un bar.
Creía que había sido idea mía, pero no. Resultaba que Steve ya había planeado que acabaríamos allí, y no era una apuesta arriesgada: La camarera del local era una baza segura.
Era una de estas chicas tan guapas que parecen rumanas. Pero el dueño del local se apresuró, al vernos, a demostrar como quien no quiere la cosa que era su novia. Ayyy... Menos mal que el repartidor de barriles de cerveza pasaba por alli y le contamos nuestra vida, y el nos explicó que hay que dejar espuma en las cañas para que no se vayan las burbujas. Nosotros le dijimos que éramos más de tercios, que mantienen más la fuerza cervezil.
Es un bar chulo en una zona que no solemos visitar, y un tercio te costará 1'40. Lo sentimos mucho por el parón primaveral, pero nos ha venido la alergia y tenemos examenes (menudas mentiras las dos) a partir de hoy, birracentrismo entra en su fase A TOPEEEEE