UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




jueves, 18 de julio de 2013

Bar Royal

Esquina entre Av. dr Santiago Ramón y Cajal y C/ dr Gil y Morte


Por Steve:

El otro día deambulaba por Valencia, iba de camino a coger el metro cuando de golpe y porrazo empezó a caer la de san dios. Gotas de agua del tamaño de sandías precipitándose sobre mi cabeza. Debía buscar cobijo urgentemente y así, sin darme cuenta, me refugié en un lugar en el que casualmente vendían cervezas. Era un bar, pero no era un bar cualquiera, o a mí no me lo parecía. Quizá hace 15 años fuese un bar cualquiera, pero hoy por hoy un bar de barrrio regentado por una misma familia desde otros tiempos es algo en peligro de extinción. Hoy los mismos bares siguen estando ahí, pero ya no es lo mismo porque suelen ser llevados por chinos. Y que nadie se equivoque, a mí los bares 'manolo' que tienen un chino detrás de la barra me encantan, pero uno termina echando de menos que el tabernero sepa sonreir cuando te pone la tapa, o que sepa dejar de hacerlo, porque existen los 2 extremos; y echa de menos eso de tener conversaciones vacías que llegan a conclusiones obvias. Este bar tenía esas cosas, pero creo que lo que más me gustó del bar es lo mucho que me recoraba al mío. El ambiente y tipo de clientela era el mismo. Hasta el punto en que miraba a mi alrededor y podía ponerle nombre a cada uno de los clientes que me envolvía. Incluso podía aplicarme a mí mismo un estereotipo, yo también tenía mi propía etiqueta. Ese sujeto extraño y solitario, que no has visto en la vida y del que recelas. Que no le quitas ojo hasta que paga, y en el momento en que paga y se va, te sabe mal haber desconfiado de ese cabellero y piensas, 'pues ya podrían haber más clientes así'. Joder, le sirvo una cerveza a un 'yo' todos los fines de semanas.

Tenía en la mochila el libro 'en el camino', un libro de culto, de esos que se supone que todo el mundo debe leer alguna vez. Me planteé sacar el libro y ponerme a leer allí mismo pero me di cuenta de que eso era más para un starbucks o una de esas cafeterías que te acompañan la cerveza con humus de garbanzo o palomitas con curry. Lo que pintaba y además apetecía en un lugar así era quedarse junto al resto de clientes viendo el fútbol. Parte del partido sub-20 entre España y Estados Unidos fue lo que me tragué. Eso y otra cerveza, porque pensaba irme al acabar la primera si dejaba de llover, pero aunque el suelo de la acera ya se estaba secando, me pareció ver alguien con paraguas al otro lado de la calle y preferí no correr riesgos y tomarme otra. Mientras me bebía esta segunda birrichuela, me fijé en un recorte de periódico que exhibían en la pared tras la barra. Dicho recorte de diario aseguraba que en ese mismo bar hacían las mejores tortillas. Aunque lamentablemente volví a perder la oportunidad de corroborar algo así. La cerveza se acababa rápidamente y no habría una tercera, pues ya estaba claro que no caía ni gota y empezaba a hacerse tarde. Me fui de allí con una sonrisa melancólica, con España ganando 2-0 y con la camarera rememorando otros tiempos con un par de clientes.
No os imagináis cuánto echaba de menos tomarme una cerveza así ni cuánto echaba de menos escribir aquí todas estas tonterías.